Me siento afortunado, he convivido durante algo más de 30 horas con la familia González Cruz, unos campesinos dedicados al cultivo de café ecológico, el frijol y maiz en la comunidad de San Jerónimo, cercana a la ciudad nicaragüense de Condega.
Su salario no supera los 50 dólares mensuales y sus condiciones de vida distan mucho de la occidental, de lo que nosotros denominamos “normal”.
Su salario no supera los 50 dólares mensuales y sus condiciones de vida distan mucho de la occidental, de lo que nosotros denominamos “normal”.
Familia González Cruz, con abuela y sobrina incluidas |
En España, la familia González Cruz sería “pobre”. Sin embargo, se muestran felices, nunca les falta una sonrisa en la cara y en su mesa siempre hay algo que comer, un gallopinto (arroz y frijol) y un fresco de fresa que compartir en familia y con el nuevo inquilino.
La familia duerme en tablas de madera, con un pequeño colchón de foame de apenas tres centímetros. Eso no impide a Juan Alberto y Frankilg levantarse a las 4 ó 5 de la madrugada para trabajar en su tierrita. Antes comenzar, deben recorrer un camino agreste de más de una hora que les lleva a sus cafetales y plantaciones de granos, situados en ladera de una montaña.
El camino se hace duro hasta los cafetales, la lluvia (habitual en la zona) ha encharcado todo el terreno, lleno de piedras y barro, y cuando llegamos (¡por fin!) al terrenito toca trabajar. En el trascurso de la jornada, Juan Alberto está ansioso por conocer detalles de la vida en Europa, de imaginarse las grandes avenidas, como la Gran Vía de Madrid; las personas que pasean y los coches, la vida política y la sociedad al otro lado del charco.
Juan Alberto es un hombre informado, conoce bien los conceptos del sandinismo y la economía centroamericana, los problemas de la economía global y la crisis de occidente. Es muy inteligente, tiene un dominio del lenguaje envidiable y, entre reflexiones profundas, me explica el proceso del café, que comienza con su recogida, el despulpe de la piel, la fermentación de la semilla, el secado de los granos y el traslado a la cooperativa.
Vista general de los cultivos |
También me detalla los tipos de frijol que cultiva, los beneficios que obtiene su tierra con las plantaciones orgánicas y los problemas de erosión que combate con remedios naturales. Se esfuerza en mostrarme el modo de vida en la comunidad y el trabajo en la Cooperativa Héroes y Mártires de Cantagallo, de la que sobreviven todos los vecinos. Quiere que conozca todo, que hable en España de su población, del esfuerzo que hacen para salir hacia adelante y también, cómo no, lo felices que son.
“Somos pobres, pero no tanto como se piensan alĺá. Somos felices y nos esforzamos en continuar”, destaca Juan Alberto, quien se sorprende al saber que una taza de café cuesta en un bar español un dólar y medio, justo lo que recibe por recolectar una libra entera de café.
Una vez transportado toda la recolecta hasta San Jerónimo, con la carga encima y un tronco de 20 kilos que transporta Frankling ladera arriba como si fuera un palito, llegamos a la comunidad, donde nos espera Albaluz.
Se trata de una mujer comprometida con su población, de alrededor de 800 personas, dirigiendo junto a otras tres personas la Brigada de Salud de San Jerónimo. La madre de la familia vela por la salud de su comunidad, realiza un control de las mujeres embarazadas y los niños, de malaria y otras enfermedades; además de tomar decisiones en casos de urgencia.
El médico viene cada dos semanas y una ambulancia tarda en llegar a la comunidad una tres horas, de manera que la comunidad necesita personas dedicadas a su bienestar.
Todo este trabajo lo hace de manera altruista, en beneficio del desarrollo sus vecinos, donde todos viven en una especie de vecindad en la que la solidaridad compartida es su seña de identidad.
Durante mi estancia, no me ha faltado un plato de comida, me tratan como uno más, me escuchan y me atienden con una sonrisa en la boca. También se interesan presentarme a sus suegros, que sufrieron la Guerra Civil de Nicaragua desde el bando del Frente Sandinista y lucharon por sobrevivir.
Un baño de humanidad, ese es el ejemplo que ponía uno de mis compañeros que también ha compartido espacio con otras familias. Estereotipos caídos y el reconocimiento de personas muy dignas que saben sobrevivir en situaciones desfavorables, que son felices y aman su entorno, su naturaleza y lo poco que tienen.
En mi estancia, he dormido en una cama de tablas, con una fina capa de foame de apenas tres centímetros, he usado como baño una letrina comunal y he vivido rodeado de gallinas y otros animales domésticos, que habitan con el resto de la familia en la vivienda.
Pese a estas condiciones, que puede resultar para un occidental para nosotros puede resultar “incómoda”, la familia, y el resto de vecinos, vive en armonía, pienso que son felices y aman su vida en comunidad.
Su trabajo en comunidad, que sirve para sustentar a toda la comunidad, ha sido premiado en varias ocasiones con distinciones internacionales por la calidad de sus cafés ecológicos. En su población lo comparten todo, conforman una gran familia en la que todos trabajan por salir hacia adelante y en la que organizan, de manera equitativa, los beneficios de sus plantaciones, que van hasta la empresa Prodecop, situada en Palacagüina.
Compartiendo un rato de risas con los niños de la comunidad |
La visita a San Jerónimo concluye con un encuentro de todos los compañeros de la séptima brigada con los niños de la comunidad. Tuvimos la suerte de compartir un ratito de diversión con un centenar de peques que nos regalaron su sonrisa y su alegría, nos contagiaron con su frescura espontánea nos demostraron que San Jerónimo está vivo, irradia vida. La comunidad cree en su desarrollo y trabaja, de manera solidaria, por conseguirlo.
Que bien!!! me alegro mucho que te esté aportando tanto esta experiencia!!! me ha encantado la entrada y las fotos!!! se te ve super féliz, un beso enorme y sigue así!!!
ResponderEliminarJesusito, lo de las condiciones....yo de pequeña aún recuerdo que en mi pueblo, detrás del taller de carpintería de mi abuelo, teníamos el corral con todo tipo de animales, =)....y mis primos mayores se acuerdan de la letrina en la parte de atrás del taller.....Miremos 50 años atrás en nuestra querida Península, que descubriremos muchas cosas que no hay que olvidar. La pregunta para mi es si creemos que este cambio tan acelerado (y deshumanizado, a mi modo de pensar) que hemos vivido aquí se traslade a otras comunidades, donde impera la felicidad colectiva.....
ResponderEliminarNo te preocupes por lo de asimilar, todo vendrá, y ahora lo que tienes que hacer es empaparte de todo lo que puedas, =).
Besako