miércoles, 8 de diciembre de 2010

Historias de cuatro comunidades del extrarradio de Managua


Los vecinos de Chagüite viven en los márgenes de un camino, alejados de sus casas, desde que las lluvias torrenciales del invierno desbordaron el cauce del Lago Solotlan. Sus viviendas quedaron anegadas y llenas de lodo. Lo han perdido todo.

“No tenemos nada, estamos en la calle, en el camino. Es un lugar que no es adecuado para vivir”, destaca Carlos Lanuza, uno de los damnificados por el temporal.
Viviendas de los vecinos damnificados de Chagüite
Viviendas de los damnificados de Chagüite
 
Alrededor de 40 familias están instaladas en este lugar desde hace tres meses, alejados del peligro que representan las aguas que destruyeron sus viviendas. Viven en unas casas de cinq y plástico improvisadas que les ha cedido el gobierno. En ellas habitan hacinados todas las familias, algunas muy numerosas, junto con los animales y los pocos enseres que lograron recuperar.

La comunidad de Chagüite es un barrio del extrarradio de Managua, situado junto al Parque Industrial de la Zona Franca, una zona libre de impuestos y derechos de importación en la que se encuentran instaladas varias empresas multinacionales de producción textil de la maquila. La mayoría de ellos trabaja en la zona franca.

Aunque disponen de agua y electricidad, sus condiciones de vida son muy desfavorables. Lo han perdido todo y no podrán volver a su hogar. Los pronósticos meteorológicos señalan que esta situación podría volver a repetirse en futuras lluvias.

Lo primero que llama la atención de este poblado improvisado son las miradas de dolor de sus habitantes. Son conscientes de la existencia de una ley que prohíbe la toma de caminos, pero “no les ha quedado otro remedio”, destacan los vecinos.

El Gobierno de Nicaragua les ha ofrecido la posibilidad de trasladarse a unos albergues, pero para ellos no es una buena solución. Disponen de numerosos animales, como gallinas, cerdos o vacas; a los que tendrían que renunciar para vivir en este entorno.
Chagüite
Vecinos de Chagüite

Se genera así un foco de marginalidad en la que hay una población itinerante, que intenta volver a sus lugares de origen unos meses más tarde y se encuentra en constante peligro. La brecha entre la zona urbana y rural nicaragüense está marcada por fuertes contrastes y las consecuencias de los desastres naturales, que una vez más se ceban con las personas más necesitadas. Así, el empobrecimiento de las poblaciones adquiere protagonismo.

El coordinador del Programa Productivo Alimentario del Ministerio Agropecuario y Forestal (MAGFOR) del Nicaragua, Óscar Torres, ha explicado que el Gobierno trata de buscar una solución para los vecinos de Chagüite . De momento, ha explicado, reciben asistencia sanitaria y se comunican con el Gobierno municipal de Managua, responsable directo de estos vecinos.

Torres ha explicado además que el MAGFOR dispone de una partida de 30 millones de dólares del Banco Mundial para mejorar las condiciones de vida de los damnificados por las consecuencias de las últimas lluvias torrenciales (que ascienden a miles en toda Nicaragua).

Con estos fondos, comunidades como las de Chagüite podrían comprar nuevas propiedades para comenzar una nueva vida. El problema radica, explica Torres, en que se “impone” desde el Banco Mundial una serie de requisitos que las comunidades no pueden asumir.

En concreto, se trata de títulos de propiedad que certifiquen que los campesinos disponen de tierras, que en muchos casos no existe, así como avales que aporten las mensualidades del crédito en caso de que el demandante no pueda hacer frente a los mismos.

Otro de los inconvenientes son los elevados intereses que se imponen y que convierten a estos fondos en un negocio internacional. “El gobierno podría comprar, pero las reglas que se ponen, no lo permiten”, destaca Torres.

Por otro lado, el representante institucional ha explicado que el Gobierno les ha ofrecido a los vecinos la posibilidad de trasladase a vivir a una de las 2.500 viviendas que se construyen en la vecina localidad de La Curva, gracias a los fondos de cooperación que gestiona la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA). Los fondos los gestiona la empresa privada Albanisa de Nicaragua S.A.

Los vecinos se niegan a abandonar sus tierras, en estas viviendas de nueva construcción tampoco podrían tener sus animales y un terreno que cultivar para subsistir, de manera que la situación se vuelve insostenible, se enquista y la marginalidad se vuelve un bucle.

EL ACETUNO

Uno de los elementos clave para salir de esta situación podría ser la organización en comunidad, un elemento que los damnificados han perdido desde sucedió el desastre natural y que contrasta, por ejemplo, con el sistema organizativo de la comunidad El Acetuno. Esta comunidad se encuentra cercana al asentamiento de los vecinos de Chagüite, en el cinturón de Managua también.

La Cooperativa 'Divino Niño' de El Acetuno, por ejemplo, se compone de 40 mujeres que trabajan de manera organizada en la producción de granos y animales de corral. Su nivel de vida no es comparable al que sufren los vecinos de Chagüite.

“Cuando no estábamos organizadas, cuánto estábamos perdiendo”, destaca la secretaria política del Comité de Liderazgo Sandinista (CLS) de la comunidad, Marta Olivas. Es cierto que estos vecinos no sufrieron las mismas consecuencias por el temporal, pero disponen de un sistema de trabajo solidario organizado con la que sobrevivir en casos de urgencia.

Disponen de un fondo común de 76.000 córdobas con el que poder invertir para cualquier clase de proyecto y han comenzado a sustituir sus cultivos tradicionales por prácticas ecológicas. De este modo, han reducido los químicos de sus plantaciones y usan sustitutivos naturales para el control de plagas, así como abonos orgánicos en vez de fertilizantes.

El trabajo en comunidad les ha llevado a iniciar sus propias tareas de alfabetización entre los miembros de la comunidad, por encima de las labores institucionales del gobierno. El elemento solidario es la base de su trabajo y la cooperativa, incluso, ofrece a productores no asociados créditos.

“Que el hombre sienta que su compañero lo está apoyando. Trabajamos juntos para salir hacia adelante”, destaca Marta Olivas.
Las Curvas
Los vecinos de La Curva
LA CURVA

Una situación parecida existen en el barrio de La Curva, donde habitan 700 familias que, a pesar de sus dificultades económicas (el 90 por ciento de la población está desempleada), han logrado algunos logros.

Desde que hace tres años se encuentran organizados, la vida en comunidad ha mejorado. Afirman que “sólo el pueblo salva al pueblo” y han tomado la iniciativa de iniciar proyectos, sin esperar a que los políticos resuelvan algunos de sus problemas.

Entre ellos, destaca la recaudación de fondos por parte de todos los vecinos para construir su propia escuela, sin subvenciones de la administración, debido a que hasta ahora los niños de La Curva tenían que recorrer una distancia de dos kilómetros para asistir a clase .

También se han organizado para meter luz y agua en la comunidad, explica el coordinador de la comunidad, José Ignacio Lazo.

Lazo destaca además que desde que trabajan en comunidad han atraído algunas de las ayudas que concede el Gobierno, como los bonos alimentarios y algunos de los proyectos que subvenciona el ALBA.

LA MONTAÑITA

Para terminar, acudimos a La Montañita, donde la disolución de la antigua cooperativa de 'La Unión' les ha desorganizado y el grupo no puede, por ejemplo, disponer solicitar la legalización de las escrituras de sus tierras.

Los bancos no le ofrecen créditos y las dificultades económicas paralizan su desarrollo. Poseen ciertas barreras, no disponen de agua potable ni de medios para traerla.

Estas son las historias de cuatro comunidades situadas en la periferia de Managua, con diferentes problemáticas y diferentes actitudes ante las que afrontar sus problemas. Estas son las realidades de Nicaragua.



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