viernes, 17 de diciembre de 2010

No me siento extranjero


Por el arcén de la Autopista Panamericana corre un niño de cinco años. Unos metros más arriba, aparecen otros dos niños que arrastran una rueda de bicicleta y su palito de madera. Con estos simples utensilios, disfrutan mientras hacen girar la circunferencia a gran velocidad.
Niños jugando con una rueda en una comunidad
Un rato de juego en la comunidad
 Sus miradas contagian felicidad. Los niños nicaragüenses irradian una mezcla de travesura e inocencia que los convierte en seres indispensables. Son el futuro de Nicaragua y su protagonismo en las calles demuestra que el país está vivo.

Más tarde, contemplo la alegría de otros cuatro niños uniformados que terminan sus días de colegio y cogen las vacaciones de verano, ahora en diciembre. Hace calor, la purpurina tintada en sus ropas y sus caras delatan su alegría: no volverán a la escuela hasta febrero, y tendrán tiempo de pasear por los campos de frijol y los cafetales mientras saborean, por ejemplo,¡un rico limón dulce!
La sonrisa de los niños nicas
 La Autopista Panamericana, que posee una extensión de 48.000 kilómetros de largo y se extiende desde Alaska hasta la Patagonia (Argentina), se compone, a su paso por Nicaragua, de una escala de verdes, amarillos, azules, turquesas y rojos. Este espectáculo cromático lo conforman las numerosas viviendas que atraviesan la gran ruta, así como las vacas, cerdos y gallinas que buscan alimento entre la vegetación.

Viviendas de madera, piedra o cemento. Da igual. Todas poseen su propia seña de identidad, su color característico y su pequeño jardín con plantones de plátano y coco.
Casas de San Juan del Sur
Viviendas de San Juan del Sur

También queda constancia, como no, de los efectos perversos de la pobreza. Se trata, por ejemplo, de inmuebles de plástico y uralita con familias enteras que soportan las inclemencias del tiempo y el hambre con pocos recursos, pero con mucha dignidad.

Desde el autobús de Rigo, el gran Rigo (nuestro conductor nica durante este mes de aventuras y rutas), las villas se entremezclan entre árboles tropicales y bosques habitados por singulares especies. Cuando llegué, todas eran desconocidas para mi, pero ahora comienzan a ser habituales y cercanas.

En mi tercera semana en Nicaragua, entré a comprar unos chicharrones en una pulpería (los ultramarinos nicaragüenses en los que uno encuentra desde un pedazo de yuca, un paquete de cigarrillos Belmont o un mechero-linterna). En ella, uno de los clientes me preguntó cómo veía un extranjero, como yo, su país.

Me quedé confuso, por el simple hecho de haber perdido hasta ese momento la percepción ser extranjero. Llevaba tres semanas en estas tierras sin tener la sensación de serlo, sin plantearme esta posibilidad.

No me siento extranjero en este país, estoy cómodo, tranquilo. La actitud rebelde de sus habitantes es un ejemplo para el europeo de a pié, instalado en el conformismo que aporta una vida cómoda y consumista. Esta gente no es pobre, este pueblo es generoso y rico en valores.
Mujer campesina de La Enramada
Señora campesina con las siglas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)
La oportunidad que he tenido, de convivir con una familia campesina en las comunidades de San Jerónimo y Uribaite, me ha marcado.  La experiencia me ha acercado al modo de vida de personas generosas que viven con pocos recursos, pero grandes de corazón. Personas que comparten lo poco que quieren, inquietas por conocer.

Nicaragua, como diría un nicaragüense, es hermosa. Tiene carácter para dejar de estar empobrecida. Me da pena irme de aquí, pero no estoy triste, sé que voy a volver.

En la última comunidad, en Urbiate, hice una promesa, junto al resto de mis compañeros. Un árbol fue testigo de este juramento, volveré a Nicaragua y a esta comunidad, donde me trataron tan bien.

Es cierto que el tiempo, y 12.000 kilómetros de distancia, representan a priori un obstáculo. Pero estoy convencido de que regresaré. Lo sé, lo intuyo y lo abarrunto.

Mientras tanto, tendré presente a mi “Nicagarua, Nicaragüita, la flor más linda de mi querer”.

1 comentario:

  1. le puedes decir una cosa a ese árbo, QUE YO TAMBIÉN VOY A IR!!! porque hay una cosa más importante q las limitaciones que nos ponen en el camino, que son las limitaciones que nos ponemos nosotros mismos, por lo que YO VOY A IR!!! y sin ningún problema!!

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