martes, 7 de diciembre de 2010

Omar Cabezas, el centinela de los Derechos Humanos en Nicaragua


El centinela de los derechos fundamentales de Nicaragua. Omar Cabezas, procurador de Derechos Humanos, trabaja en defensa de los derechos esenciales de los ciudadanos nicaragüenses.

Su labor consiste en vigilar y denunciar cualquier entidad del Estado que pueda cometer una violación de los derechos humanos y en su trabajo se ha ganado enemigos. “Soy muy odiado, muy mal querido. Hay muchos políticos, incluso de mi mismo partido, que no me quieren”, explica Cabezas con su temperamento natural.

No tiene inconvenientes en reconocer sus diferencias con algunos de los representantes de la administración pública, pese a que también forma parte de la misma. Según explica, el defensor del pueblo nicaragüense representa el poder “más mal querido dentro del círculo de poderosos”.
Omar Cabezas, procurador de Derechos Humanos de Nicaragua
Omar Cabezas, procurador de Derechos Humanos
 Cabezas, escritor y ex guerrillero, explica que la institución pública más denunciada ante instancias de la procuraduría es la justicia y sus mecanismos de acceso a los ciudadanos. Jueces, policías y funcionarios del Ministerio representan su “mayor dolor de cabeza”. Comenta entre risas que, incluso, algunos magistrados han celebrado concentraciones en contra suya.

Durante la charla que ha ofrecido a los integrantes de la séptima brigada de Jóvenes Voluntarios con América Latina, ha subrayado la independencia de la Procuraduría de Derechos Humanos del resto de administraciones del Estado. Una independencia que viene auspiciada por una ley propia que defiende la institución y el hecho de que el procurador es elegido, obligatoriamente, por dos tercias partes de los diputados de la Asamblea Nacional.

La institución no es un tribunal y sus fallos no son vinculantes, sino orientativos. No obstante, explica, dispone de un buen aliado: los medios de comunicación y el hecho de que las denuncias orientativas que realiza la procuraduría se hacen públicas.

“Se ponen bravísimos, desde el más chico hasta el más grande”, explica Cabezas acerca de la difusión que ofrecen los medios. “No les gusta que sus familias les vean en televisión por haber violado los derechos humanos”. Por ello, añade, se trata de una magistratura de la “conciencia”.

POBREZA, EL PRINCIPAL ENEMIGO DE LOS DERECHOS HUMANOS

Por otro lado, Cabezas ha explicado que en los años 80 y 90 Latinoamérica experimentó un resurgimiento de los golpes militares, donde no había democracias y la asignatura pendiente eran las torturas. En la actualidad, esta situación ha evolucionado y el principal problema es que “la gente no tiene qué comer”.

Así, explica que, por ejemplo, más del 90 por ciento de los reclusos están presos por delitos relacionados con robos. “ Las cárceles están llenas de desgraciados que viven en un continente rico, pero empobrecido”, señala.

Ha criticado la supuesta hegemonía impuesta desde Europa y Estados Unidos en los países latinos, algo que ha favorecido su empoderamiento a través de la explotación de los recursos naturales, de las industrias de la minería o la pesca.

“El problema es que estos salvajes pavimentaron sus calles, hicieron edificios, tienen un nivel de vida brutal. No sólo es producto de su trabajo, sino de nosotros, a quienes dominaron”, lamenta.
“Lo hicieron desde la concentración de la riqueza y el propio sistema ha favorecido que los gobiernos de occidente no vayan contra los pueblos más empobrecidos, sino contra sus propios gobiernos”, según Cabezas. Al respecto, se ha referido a las medidas establecidas por el Fondo Monetario Internacional, como consecuencia de la crisis económica, o los planes de ajuste establecidos por la Unión Europea en países como Grecia, Irlanda y España.

“Lo que se llevaron, ni siquiera lo repartieron entre ellos. Lo repartieron con tanto egoísmo que ahora están en crisis” y las consecuencias, añade, repercuten en supuestas reducciones de las inversiones públicas en educación y sanidad, o la ampliación de la edad de jubilación.

Defiende, por encima de todo, la solidaridad de los pueblos. “Lo único que nos diferencia de los animales es nuestra capacidad de amar, compartir y entregar”.

Por último, ha defendido que estos cambios no se alcanzan solo desde las actitudes revolucionarias, sino desde el pensamiento y la actitud crítica. “La revolución pasa por transformar la mentalidad de la gente”, destaca Cabezas, quien añade que “las transformaciones sociales son procesos que deben ir acompañados por el pensamiento”.

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